Por Mario P. Székely

Al principio y al final, siempre será sobre la gente. En casi 14 años, Mark Zuckerberg ha aprendido que las cosas que valen la pena no las puede hacer solo. La película Social Network (2010), que presentó los días en ese dormitorio de Harvard, en donde el programador de 19 años inventó Facebook con colegas y amigos, evidenció que cuando se gesta una idea se sacan chispas que pueden incendiar los egos, así como poner en riesgo la empresa. Mas la misión se llevó a cabo y el mundo está conectado más que nunca en su historia, gracias a la concepción de este neoyorquino a quien se le hizo fascinante la idea de que la gente compartiera el diario de sus vidas con textos y fotos.

Con la vista puesta en la siguiente década, donde el mundo se está pertrechando y las banderas ondean cada vez más alto, en pos de nacionalismos y de protección de mercados, dándole la espalda a la migración —fenómeno existente siempre en la raza humana— las ideas de integración de Zuckerberg han tomado un tono serio. Ya no se trata sólo de dar “like” a una imagen de un paseo en Disneylandia, sino a usar ese poder de interacción para forjar juntos un mejor mañana.

En una reciente carta cibernética, Zuckerberg, ahora de 32 años, subraya y vuelve a posicionar el significado tras Facebook. O por lo menos a donde ya ha evolucionado. Nunca antes el concepto de comunidad fue tan importante:

“Facebook no es sólo tecnología y medios, sino una comunidad de personas. Eso significa que necesitamos de Normas Comunitarias que reflejen nuestros valores y ayuden a determinar qué debe y no debe ser permitido”.

Esas normas comunitarias, según define Zuckerberg, tienen que reflejar las normas culturales de cada comunidad, buscando que cada persona vea la menor cantidad de contenido objetable. ¿La razón? El veredicto de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos en noviembre de 2016, cuando la opinión pública de la demócrata perdedora —sumada a la reacción en general del planeta— se volcó  contra las redes sociales buscando explicaciones. Mark, junto con otros líderes de la comunicación cibernética, dijeron que revisarían cómo se publicaron contenidos mentirosos en millones de sus páginas, promoviendo realidades inexistentes, o haciendo creer que las ideas progresistas eran las que estaban triunfando.

Cuando a horas de su toma de posesión Trump dio su primer zarpazo a la comunidad migrante y prohibió a siete naciones la entrada a tierra estadounidense, Zuckerberg fue uno de los primeros valientes en mostrar su desaprobación: “Como todos ustedes, estoy preocupado del impacto de la orden ejecutiva que recién firmó el presidente Trump. Es verdad que necesitamos mantener a nuestro país seguro, pero debemos hacerlo concentrándonos en la gente que sí son una amenaza. Estados Unidos es una nación de inmigrantes y deberíamos estar orgullosos de ello”.

La sacudida que ha tenido el mundo, la recibió Zuckerberg en su cuartel general en Menlo Park, California. Sin embargo, el terremoto Trump sólo ha hecho que el poseedor de la quinta fortuna más grande del mundo, a sus 32 años, arremeta usando sus armas de interconexión digital. Facebook, ante los ojos de Mark, puede ser esa plaza donde se reúne la comunidad a discutir y compartir sus problemas y soluciones.

A partir de ya, Facebook tiene en su misión abordar cinco frentes de ataque: 1) Comunidades que se apoyan. 2) Comunidades seguras. 3) Comunidades informadas. 4) Comunidades cívicamente comprometidas y 5) Comunidades inclusivas.

Los títulos de cada rubro para Facebook hablan por sí solos, pero basta saber que Zuckerberg y su equipo desean trascender el concepto de empresa de tecnología para convertirse en una comunidad de personas conectadas. El sueño de MacLuhan de la Aldea Global, bien podría germinar de una vez por todas; pero para que suceda, Mark sabe que el reto es llegar a las áreas más pobres y alejadas del acceso a las redes sociales, así como vencer la censura de gobiernos que lo mismo son opresores, que navegan con bandera de democracia.

Por lo pronto, ser padre y estar casado le ha sentado bien al corazón de Mark, alejándose de referencias de logros con Wall Street y acercándose a una era humanitaria para Facebook. Empresa que también tiene la llegada de nuevos miembros con el apellido Zuckerberg, como lo es la Iniciativa Chan Zuckerberg, que promueve la salud y la educación en la sociedad.

En medio de la tormenta, por lo que se percibe, el capitán del navío Facebook tiene el corazón puesto donde debe de ser. Incluso anunció que donará el 99% de sus arcas a la sociedad. Seguro al frente hay un rayo de luz para los Zuckerberg.

Pin It on Pinterest