Foto: Acqua di Parma
Acqua di Parma renueva el encanto sensorial de las fragancias de Blu Mediterraneo. Esencias que se inspiran el ingrediente emblemático de un lugar o algún paisaje, evocando su inolvidable atmósfera.La sidra, con su cáscara perfumada y sus intensos y cálidos matices amarillos, emana toda la energía de la luz mediterránea. Su jugosa pulpa encierra las raíces de la tierra, la dulzura fresca del aire y el salado romper de las olas. Un recuerdo inolvidable que une indisolublemente un paisaje emocionante a un fruto.
Llamada la “manzana de oro” en la antigüedad, la sidra es el primer cítrico producido. Símbolo de un lugar en donde la fascinación que ejerce un majestuoso volcán convive con las máximas expresiones del arte. La sidra es protagonista, con su aroma inconfundible y cautivador, de los paisajes de que rodean una ciudad de deslumbrante belleza: Taormina.
Los ojos se llenan de mar limpio, la luz del día acaricia con dulzura, alrededor invade el silencio. El aire lleva consigo el perfume sutil y punzante de los cidros, que crecen exuberantes en las plantaciones de cítricos de los alrededores.
Marañas de callejones y calles medievales se ensanchan para acoger fastuosos palacios barrocos. E, inesperados y grandiosos, se abren los hemiciclos del antiguo Teatro Griego. A lo lejos, vapores y chispas en el aire van anunciando el Etna.
El perfume de una ciudad única en el Mediterráneo italiano, porque solamente en ella se pueden fundir, sin ser disonantes, emociones tan opuestas.
Taormina, teatro de una tierra donde la singularidad de la vegetación mediterránea se aúna a la intensidad y a la fuerza de la roca volcánica.
Así nace Cedro di Taormina.