«La simplicidad es la máxima sofisticación», dijo Leonardo da Vinci. Visto desde un punto de vista puramente instintivo, el concepto de “reloj tradicional” podría transmitir una cierta idea de inmutabilidad y austeridad. Justamente lo contrario que ocurre con la Colección 1966 de Girard-Perregaux, que surgió de uno de los períodos más dinámicos de la Manufactura de La Chaux-de-Fonds en la que se fundó el departamento de I+D y se lanzó por primera vez el movimiento de alta frecuencia. En consonancia con esta búsqueda constante de innovación, Girard-Perregaux rinde homenaje a esta época presentando dos nuevos relojes automáticos, cada uno equipado con una esfera ahumada y una caja de acero ultrafina especialmente elegante: los modelos 1966 40mm y 1966 36mm con piedras preciosas.
Desde que Girard-Perregaux se fundó en 1791, las creaciones legendarias han sido una constante en su historia. Jean-François Bautte, el relojero responsable del nacimiento de la Manufactura, fue uno de los mejores especialistas del siglo XVIII en el campo de los relojes ultrafinos. Constant Girard-Perregaux, más adelante, causó sensación al presentar su legendario Tourbillon con Tres Puentes de Oro, reconocido con un premio en la Exposición Universal de París en 1889. Más recientemente, el revolucionario Constant Escapement LM – cuyo principio de funcionamiento se basa en una cuchilla de silicio flexible – fue toda una revolución en 2013 y marcó un punto de inflexión en la búsqueda de la regularidad cronométrica. Girard-Perregaux posee actualmente más de 100 patentes y abarca todos los procesos y especialidades del mundo de la relojería, desde el desarrollo del movimiento hasta el acabado.
No obstante, la década de 1960 representa un periodo particularmente especial para la Manufactura, marcada por lo que podría llamarse una «aceleración» de su éxito. El hecho de tener su propio equipo de I+D fue un fenómeno singular en ese momento y fue este departamento el que manejó el desarrollo en secreto del calibre Gyromatic HF, el primer movimiento en la historia de la relojería que late a una frecuencia de 36.000 vibraciones por hora. Los relojes producidos en serie equipados con este mecanismo pronto ganaron competiciones de cronometría que hasta entonces habían ganado sin discusión modelos especialmente preparados, considerados como «bestias de carreras». En 1966, el Observatorio de Neuchâtel le otorgó a Girard-Perregaux el Premio Centenario por su trabajo en la mejora de la precisión. El año siguiente, la Maison obtuvo 662 certificados, que representan el 73% de todos los emitidos por la autoridad de cronometría en la categoría de reloj de pulsera tradicional.
Fue durante este tiempo tan especial cuando nació la Colección 1966. Rindiendo homenaje a las innovaciones técnicas realizadas por Girard-Perregaux en el campo del cronometraje de precisión, ahora acoge dos nuevas interpretaciones en acero: la primera mide 40 mm de diámetro y la segunda 36 mm. Estos modelos seguros y precisos están equipados con el calibre de fabricación automática GP03300, que proporciona una generosa reserva de energía de 46 horas. Su placa principal y los puentes son granulados, biselados y adornados con el motivo de Côtes de Genève. El movimiento de 218 partes del modelo grande activa las manecillas de horas, minutos y segundos, junto con una visualización de fecha en una Ventana situada a las 3 en punto; por su parte, la versión de 36 mm no tiene fecha, pero en cambio está adornada con marcadores de hora de diamantes y un bisel con gemas. Ambos modelos son resistentes al agua hasta 30 m y están equipados con un fondo de caja transparente.
La característica más llamativa de todas es, sin duda, el elegante diseño. Por primera vez la Maison ha decidido dotar a los modelos de acero de la Colección 1966 con una elegante esfera gris ahumada antes reservada a los relojes de oro. La versión de 40 mm está adornada con un acabado resplandeciente, y la más pequeña con un magnífico diseño «flinqué». Tanto la caja ultrafina como las agujas en forma de hoja abovedadas y pulidas, así como los marcadores de hora tipo bastón o los números romanos, contribuyen al equilibrio estético perfecto de estas dos nuevas referencias que quedan igual de bien con un par de jeans como con un vestido de noche. A un precio absolutamente competitivo.