Antonio Muñiz gusta de plasmar lo que a simple vista no se puede ver y se interesa en explorar y enlazar los pasajes entre ellos mismos en diferentes dimensiones por medio del arte. Esto es un trayecto interminable y por eso cada uno de sus cuadros no tiene principio ni fin, es solo la interacción de los caracteres que fluyen entre mundos en donde el tiempo se detuvo.
Siempre le intrigaron y tuvo curiosidad acerca del concepto de las dimensiones múltiples. Mientras estudiaba el trabajo de muchos de los surrealistas, él descubre una técnica llamada Fumage. La forma en la que el humo cambia constantemente su forma en un espacio determinado y de una forma tan impredecible, le indica que éste es el medio óptimo para explorar este género. El humo sirve como guía en sus pinturas las cuales son un proceso orgánico.
Su quehacer artístico va de la mano de su reflexión por la condición y vida humana: La sociedad está hecha para condicionar la vida de formas preconcebidas. Cada ser humano va formándose a través de juicios morales binarios, lineales y restringidos. Estas limitaciones nos hacen ser inconscientes de nuestras capacidades y nuestros verdaderos deseos. Estos paradigmas deben confrontarse a través de nuevas formas infinitas de creación, más allá de las ideas preconcebidas, expandir nuestro mente y cuerpo nos harán más sensibles al aquí y al ahora.
Por lo que la obra de Antonio Muñiz hace a un lado estas visiones lineales y formas preconcebidas. Su obra busca crear una experiencia única de expectación sin restricción al pensamiento interno para llegar más allá de la rigidez y realidad de la línea entre lo blanco y negro: La Zona Gris.
“La Zona Gris es un espacio sin prejuicios ni lineamientos en donde nos permitimos interactuar con nuestro medio ambiente librándonos de la dualidad de las respuestas condicionales. Despertando un descontrol de uno mismo lo cual nos pudiera dejar vulnerables y también nos pudiera abrir la puerta de las vibraciones de nuevas perspectivas.” Comenta Antonio Muñiz.
Con cada cuadro, Antonio enfatiza la fluidez del campo perceptor que guía al espectador a ver un objeto como parte de y aparte del paisaje a la vez. De esta forma, el espectador se convierte en observador y en partícipe y el lienzo se vuelve al mismo tiempo extraño y familiar. Otras dualidades también desaparecen: blanco/negro, extraño/no extraño, centro/margen. Finalmente, esta nueva orientación dinámica invita al espectador a entrar en un reflejo multidimensional mientras está presente en el momento y mientras despierta al conocimiento de lo que importante que es ese Gris.
Imágenes: cortesía Galería Oscar Román
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