Una finca del siglo XVIII, a medio camino entre Sevilla y Jerez, ha sido meticulosamente restaurada y convertida en un hermoso escondite en donde se equilibra el encanto rústico y el confort moderno: Hacienda San Rafael.
Originariamente una próspera explotación agrícola cuya principal producción era el cultivo de olivos fue luego abandonada, y en 1989 la familia actual decidió salvar el edificio y comenzar una ardua labor de restauración, que les llevaría una década, para convertir la propiedad en un hermoso hotel rodeado por cuidados jardines que ocupan unas tres hectáreas.
El tamaño de la Hacienda San Rafael se ha mantenido reducido de manera deliberada —de apenas 11 habitaciones y tres casitas (suites)— para poner el énfasis en el servicio, el ambiente y la gastronomía, ofreciendo un estilo de cocina típica andaluza y mediterránea, con un toque original en cada platillo.
El restaurante se encuentra al aire libre, y los platillos son elaborados con productos orgánicos, obtenidos muchos de ellos de la huerta de la hacienda
Al centro del cortijo se encuentra el patio de buganvilias, desde el cual se puede acceder a las once habitaciones. Éstas conservan la característica arquitectura andaluza, con muros gruesos y techos altos y fueron decoradas por la excéntrica diseñadora española Kuky Mora-Figueroa con Suzanis de India central, cabeceras antiguas de maderas preciosas, hermosas telas de algodón y piezas decorativas en mármol, piedra, cerámica, lámparas de pie y azulejos de terracota, sin olvidar las comodidades que brinda el mundo moderno.
Por su parte, las tres casitas ofrecen mucha privacidad, pues se encuentran enclavadas en el amplísimo jardín. Cada suite cuenta con un dormitorio separado del área de estar, así como cocina y una alberca compartida.
Su estratégica ubicación, cerca —pero no dentro— tanto de Sevilla como de Jerez, permite a los huéspedes descansar y desconectarse del ajetreado mundo moderno; sin embargo ofrece diversas actividades lúdicas, entre ellas senderismo, paseos a caballo o en carruaje y rutas de equitación, así como cursos de cocina y visitas privadas para conocer el proceso de elaboración de jamón ibérico, además de visitas a molinos de aceites y tours de tapas.