Greta Gerwig revela su audaz voz cinematográfica en su debut como directora, suprimiendo el humor y el dramatismo de sus guiones anteriores al narrar el turbulento vínculo entre una madre y su hija adolescente. Christine “Lady Bird” McPherson (Saoire Ronan, Atonement, que le valió la nominación para un Globo de Oro y BAFTA) lucha para no ser como su madre (Laurie Metcalf), pero es igual de amorosa, profundamente obstinada y fuerte que ella, una enfermera que trabaja incansablemente para mantener a flote a su familia, luego de que el padre de Lady Bird perdiera su trabajo. Ambientada en Sacramento, California, en 2002, es en medio de un paisaje económico estadounidense que cambia constantemente, que esta cinta ofrece una mirada a las relaciones que nos dan forma, las creencias que nos definen y la belleza sin igual del lugar al que llamamos hogar.

Para Gerwig, esta cinta es muy importante, pues no sólo marca su debut como directora, sino que está ubicada en Sacramento, California, en donde ella vivió y de donde guarda entrañables recuerdos. “El impulso inicial para hacer el filme fue un deseo de escribir una carta de amor a un  sitio que sólo comencé a valorar cuando me fui. Es difícil registrar la profundidad de ese amor cuando apenas tienes 16 y estás segura que la ‘vida’ está ocurriendo en algún otro lugar”.

Sobre el proceso de dirigir, en el cual es neófita, Gerwig expresa que es una labor de constante aprendizaje, que, “espero, nunca termine”. De esta experiencia, la también actriz afirma que aprendió que “’siempre hay que contratar a gente más inteligente que uno’, citando al gran cinematógrafo Harris Savides. Esto es cierto desde los actores hasta los decoradores del set y los diseñadores del póster. Yo tuve la inmensa suerte de rodearme de gente que, en verdad, era más inteligente que yo”.

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